Monday 22 July 2013

A nosotros nos gustan las nubes

En Guatemala el verde se paga.

Si es cierto: nos encantan los arboles en flor, con sus brilliantes matizes de colores, los enormes campos de milpa y frijol, el cafè tan rico y gigantes frutas cual caras de personas que te sonrian a cada paso.






Y es tan romántico observar las sombras que dan paso del sol abrasador a la más triste de las nubes que hayas visto.

El Lago se anima y parece una criatura que vive, un gran ser viviente que respira junto contigo.

El cielo en esta temporada está más vivo que nunca. La Temporada de Lluvia, sí, estamos hablando de este increíble momento del año en el Trópico del Mundo.

Mira por arriba, más o menos a las 4 de la tarde, olvídate del traje de baño y prepárate, porque ya sabes lo que va a pasar.

Hay que mirar al cielo para reconocer la vida fuerte y fugaz que nace entre las nubes, y ser más rápido que ella.

A veces cuando miras hacia arriba ya es demasiado tarde y aún no has terminado de pensar que sobreviene la lluvia, haciendo que toda tú acabes empapada.

Justo en ese momento te vas a arrepentir de haber olvidado en la casa la maravillosa capa impermeable que tu cuata te regaló antes de partir de viaje, e irás corriendo como loco en busca de un techo que te resguarde del constante diluvio universal.

Pero acá la única persona que va en busca de refugio eres tú, ya que la gente de Atitlan sigue haciendo sus actividades, con total normalidad, hasta tal punto que te llegas a preguntar si sus cuerpos son totalmente impermeables. Ya que, es cierto, lo puedes ver mientras tratas de recuperar un poquito de seca dignidad, ellos no se mojan, no tienen prisa y no les molesta los contratiempos de la lluvia.

Siguen, simplemente siguen hasta que no se pare.
Siguen sonriendo, paseando y cumpliendo sus tareas.
Siguen jugando los niños que corren pero solo porque la lluvia si corres te moja más, es más divertida.

Día tras día, nubes tras nubes, te vas envuelto en tu impermeable negro, pareciendo la Muerte de Bergman y sonriendo a la gente, hasta te empiezas a reír de ti mismo, de tu actitud tan rara de tener casi miedo a este cielo lleno de nubes, a esta lluvia tan grave y a esta gente tan ligera.

Y entonces, observando la conducta de la gente del Lago Atitlan, los Tzutujiles, de las nubes y de la lluvia, llegas al final a entender muchas cosas de Guatemala.

Acá tienes que aprender que las cosas algunos días son increíblemente difíciles, si no las miras desde la cabal perspectiva. Todos parecen enojados, contrariados, a punto de explotar. Las palabras, inútiles dibujos que se sueltan desde tu boca y van a morir en el aire, sin ningún sentido. Todo parece tan inmóvil, nada parece cambiar, todo se congela, como el agua, que se queda atrapada en las grandes nubes y no parece ser capaz de ser libre nunca más.

Acá tienes que saber que, de repente, todo funciona a la perfección, los nudos se funden y revelan la trama de un tejido maravilloso, el resultado de un trabajo acumulado durante mucho tiempo. Aquí, en un instante, las nubes son liberadas y arrojadas al suelo con la fuerza de un millar de cascadas.




Es así que creamos el Teorema:

                                                           Un día sí, y otro no

Es científico, sino no sería un teorema:
un día todo se acumula, se encaja, se enreda,
y al otro día todo se libera y de repente las cosas funcionan, salen bien, fácilmente.

Como hace el agua entre las nubes, como la lluvia que se lanza al suelo.
Como la magia, que procede por acumulación de poder, así me ha dicho un duende.
Así es esta tierra.

A nosotros nos gustan las nubes, porque son el preámbulo de la magia.




(y cuando llega la lluvia, solo hay que abrir los brazos y danzar con ella)
Simo

(Historieta de Liniers, fotos por mi asquerosa cámara, la ultima por: http://www.flickr.com/photos/philippeleroyer/88922396/)


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